Entradas

Amanece

Amanece de nuevo, se desata otra mañana el tedio repelente, y va la gente adonde va Vicente con la inercia anodina que la mata. De la odiosa rutina florinata, la luz zarrapastrosa, de repente, desliza el resplandor por el cual miente su mugre el tiempo como alguna rata. Viscosa flor por mor de azar sin huella, la vida en el planeta va y se estrella como una mala idea contra olvido. Tiene la rosa de la vida en llanto hundidas sus raíces, por lo tanto, si puede darme nada, nada pido.

Bingo

Pego, de vez en cuando, hasta un respingo, que ya hecha tengo el alma algún gurruño; si se gastan mis penas, las acuño para cantar con ellas luego el bingo. Vivir, jugar, ganar, perder: distingo la herida mal cerrada de un rasguño; me miro en el espejo y refunfuño con habla hispana y con aspecto gringo. No todo está perdido, aún presiento que tengo otro six pack, como un tesoro, en cierto frigorífico, guardado. Suelo tener, en general, cuidado de que me pille con cerveza el toro. Si peno, con la birra, estoy contento.  

Hambre

Perro del hortelano, os lo confieso, es mi yantar, como de flaco chucho; del tiempo, hambriento estoy, un can flacucho; muerde que muerde y no se acaba el hueso. Con hambre que es canina, este sabueso me ronda, acosa, hostiga y ladra mucho y a solas gime y gruñe, y yo lo escucho cuando de un sueño, al despertar, regreso. Famélico podenco o galgo afgano haciendo presa entre los belfos, cruda,  en vida a que me aferro con la mano. Hambre sin pan que fuera está de duda;   perro de hambruna, en fin, del hortelano; delgado tiempo al que comer no ayuda.    

Unos y ceros

Una mano detrás, la otra delante, el alma entre los dientes, la certeza de que algo finaliza en cuanto empieza y que su vela cada palo aguante. Tener no sabe la razón bastante, con propia luz se ciega y se tropieza y fuerzas luego saca de flaqueza para entregarse en brazos de otro instante. Un algoritmo habrá que siempre estorbe a un pobre corazón poniendo peros al mundo virtual, cuando lo absorbe. De equipaje mejor viajar ligeros será, mientras podamos, por el orbe que los unos nos marquen con sus ceros.

Materia

La noche se ha encendido en la redonda sonrisa de la luna igual que un sueño; puedo sentir su luz cuando me ronda, mientras la blanca vía láctea ordeño.  Frunce Saturno huraño un tanto el ceño y, de los astros por la inmensa fronda, formas se intuyen, que después diseño antes que llegue el alba y las esconda. Me pierdo, para hallarme, por el arte   de negros agujeros donde apura   el cielo en bucle amor, de parte a parte. Y en la galaxia, en tierna desmesura, el confín de un misterio me hace amarte con ojos llenos de materia oscura.

La copia

Debo reconocer que me he cansado; tal vez me aburra el mismo bardo un poco, cierto juglar que quiere darle al coco como un vinilo que se le ha rallado. Quizás les mando, desde aquí, un recado      a plumas colocadas bajo el foco en  fábricas de ripios que tampoco van a llegar jamás a ningún lado.     Espero, más que nada, en esta esquina de otro soneto, a ver si ya termina el cantautor de turno y su matraca que, a pesar de tener la rima flaca, sin duda fuerzas de flaqueza saca  por ser la copia cutre de un Sabina.

El pan

Al pan que da la vida, al pan te obligas; con agua y sal sabrás hacer balance. Será tu pan ternura a todo trance, la harina del costal que tú le digas. Cuece en horno de leña tus fatigas;  dale con mucho amor al pan su chance.  Dicen que no hay ni habrá mayor romance que aquel donde se han hecho buenas migas. Si otro día sin pan se te hace largo y se abaten las sombras por tu casa y el hambre está a la mesa, sin embargo,  rebaña el plato con tu pan, Tomasa, antes que el tiempo, de sabor amargo, te coja con las manos en la masa.